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VIDEO | Se cumplen 40 años del Nobel a García Márquez

El periodista Carlos Villota Santacruz tuvo el honor de entrevistar al escritor y nos comparte sus vivencias.
"Escribir es un oficio difícil", afirmaba el autor de Cien Años de Soledad caminando por Ciudad de México.

"Escribir es un oficio difícil", afirmó caminando Ciudad de México

Por el periodista y escritor Carlos Villota Santacruz, especial para NOVA

El pasado 40 años de que la Academia Sueca entregará en Estocolmo, el premio Nobel de Literatura a Gabriel García Márquez, a quién definió como un escritor que condensó en el libro "Cien Años de Soledad" el sentir del ser humano, en diversas etapas de su vida.

En mi paso por Ciudad de México entre los años 2004 al 2007, dialogue con García Márquez en varias oportunidades. En su lugar de residencia en la Colonia Piedras, caminando por la avenida Reforma y la Galería Débora Arango de la Embajada de Colombia.

De esos momentos, quiero compartir con los lectores algunos instantes vividos con el ciudadano de Aracata, en el departamento del Magdalena. "La cultura, es el aprovechamiento social de la inteligencia humana", decía en aquel entonces.

Desde que recibió el Nobel de Literatura -donde por fortuna nunca más fue candidato- García Márquez, se dedicó a la enseñanza de las artes, de las letras, el periodismo y el cine.

En el caminar por el "corazón" de Ciudad de México y teniendo como testigo a la estatua del "Ángel de la Independencia", recordó que en la Escuela de Cine San Antonio de los Baños, en Cuba, lideraba un taller bajo el título: "Cómo se cuenta un cuento".

El objetivo, determinar si era posible crear historias colectivas. Si se puede producir el milagro de la creación. A su mejor estilo, afirmó: "A veces lo hemos logrado"

"Lo que no me explico -dijo- es como alguien se atreve a escribir una novela, sin tener la vaga idea sobre los 10.000 años de la literatura. Por lo menos, saber en qué punto se encuentra el mismo. Escribir, es un trabajo diario. No baja del cielo. Hay que trabajarlo letra por letra, todos los días".

En palabras de Gabriel García Márquez, en el momento en que una persona decide ser escritor, "ingresa a un oficio difícil. Exige disciplina y mucha concentración. Lo mismo es para un pintor o un músico. Su sabe contar un cuento será escritor. Otros, aunque hagan un gran esfuerzo, no lo serán nunca".

La experiencia personal como motor de escritura

Recuerdo de esa época, llegando a la Embajada de Colombia a Ciudad de México -en el preámbulo de la celebración del 20 de julio- que le hice una pregunta: si se consideraba un intelectual. La respuesta fue, no. "Yo vivo de la anécdota. De los acontecimientos de la vida cotidiana. Trato de interpretar el mundo. Sin ideas preconcebidas de ninguna clase. Me cuestan mucho trabajo las entrevistas. Siempre tengo que partir de un hecho concreto. Allí es donde me encuentro como escritor".

García Márquez, en su lenguaje caribeño colombiano reconoció que ni una sola de sus líneas de sus libros, fueron producto de la imaginación. "Fueron fruto de hechos verdaderos que conoció, vivió o le contaron".

Bajo este antecedente -de orden personal y literario- en el libro "Cien Años de Soledad" suceden cosas increíbles que no pueden haber pasado. Para él, corresponden a experiencias reales. En su construcción en materia de redacción, aparecieron lecturas que fueron decisivas para su autor.

En ese diálogo entre el Nobel de Literatura 1982 y este interlocutor, se remontó al día que encontró dentro de un baúl un libro. Era "Las mil y una noches".

Manifestó con asombro en su rostro que "pasó su infancia obnubilado con la idea de alfombras que volaban. De los genios que salían de las botellas. Era maravilloso para mí".

Con especial énfasis, describió que uno de uno de los episodios que más le atrajo y más fantástico le pareció fue la historia del pescador. "Le pidió prestado a la vecina plomo para su red. Le prometió traerle el primer pescado que saque del agua. Ella le presta el plomo. Él, le trae el pescado como le prometió. Luego, cuando ella abre el pescado, este tiene un diamante adentro".

Ese, era y fue, García Márquez. Un colombiano que del periodismo pasó a elevarse como uno de los escritores más importantes de su generación. Que después de recibir el Nobel de Literatura 1982, afirmaba que la vida está llena de cosas naturales. Que se le pasan al común de los mortales. "La inteligencia de los poetas consiste en identificar esa maravilla contenida en la vida real", comentaba.

En mi pueblo Aracata no hay alfombras, pero si esteras. "Hay que hacer volar las esteras. De las cosas maravillosas que fue la casa de niños y jóvenes. Entre ellos, yo. Lo que hice, en Cien Años de Soledad, es que logré encontrar una realidad con la cual me identificaba. Conocía bien. Esa, es la clase de escritor que soy".

Tras la obtención del máximo reconocimiento del mundo literario, García Márquez comenzó a cuidarse así mismo. Hacer un esfuerzo por no repetirse. A cuidar las palabras. Nunca trato de imitar a un escritor que admiraba.

"Por el contrario, su problema fue en edificar una defensa para no imitarlos" En uno de sus libros, le dio vida a una historia en la ciudad de Cartagena en el siglo XIII.

Lo que hizo el autor "Del amor y otros demonios" fue reconstruir la cultura, la mentalidad y las intolerancias de la época. "Todo libro de alguna manera, es autobiográfico. Todo personaje es un collage de parte de uno mismo. De alguna persona conocida. La progresión de una obra consiste en excavar dentro de uno para ver dónde se llega".

Ver el mundo con otros ojos

García Márquez no conquistó a sus lectores en el mundo por casualidad. Lo que hizo diferente en su generación es que observó la realidad desde la historia, el presente y el futuro con otros ojos. Con una realidad que le interesaba a la gente. Por eso, llegó a ser premio. Nobel de Literatura 1982.

Su primer libro tardó 5 años en ser publicado. Iba de editor en editor. De imprenta en imprenta. El libro se publicó pero no sé vendieron los ejemplares. Hizo su obrar. Después esperó. Tuvo la suerte de vivir de ella. Pero ese no es el objetivo.

En estas imágenes, donde se observa el diploma y la medalla del premio Nobel de Literatura en uno de los lugares más seguros de la Biblioteca Nacional de Colombia en Bogotá, viene a la mente esta entrevista inédita en Ciudad de México. Las largas horas de trabajo en su máquina de escribir.

En su momento se preguntó García Márquez, si trabajaba o escribía. Después de obtener el máximo reconocimiento de la Academia Sueca, podía decir: escribir o no escribir.

Fue una especie de libertad. "Si no escribía en el año 1982 en adelante, no lo haría mañana. Probablemente nunca". Lo bueno fue, es que siguió escribiendo. En ese ejercicio profesional paso la noche al día. "Por eso, para mí escribir no fue fácil. Ni antes ni después de Cien Años de Soledad".

Con su máquina de escribir, se ganó para el almuerzo. Fue su refugio después de dejar a sus hijos en el colegio. Vestir la hoja en blanco de palabras y palabras con sentido. Con relato. Con descripciones que hacen volar la imaginación de lectores de América Latina, Europa o Asia, le permitió dormir sin remordimiento de conciencia.

En lo particular, para mí revivir en estas líneas lo que significó para la la literatura de Colombia y mundial Gabriel García Márquez, es como aprender a escribir. Es revivir en palabras del Nobel, "el calor que produce escribir".

Nunca dejó su máquina de escribir. En la última etapa de su vida se dedicó a redactar sus memorias. "Cuando viajaba tenía menos rigor. Tomo notas por la mañana". La transpiración del escritor de la que se habla, en su caso fue cierto.

Las cenizas de García Márquez se encuentran en la ciudad de Cartagena -Patrimonio de la Humanidad- Aunque no está físicamente, hablan por él sus libros. En particular "Cien Años de Soledad" en cuya creación se logró inspirar. Aunque no duró mucho, fue suficiente para convertirse en premio Nobel de Literatura de 1982.

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