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Un día para no olvidar: Argentina clasificó a la final del Mundial de Fútbol de Qatar y el país lo vivió como un sueño

El triunfo de la Selección rioplatense desató una verdadera fiesta nacional albiceleste.
Una crónica del periodista Carlos Villota Santacruz sobre los festejos argentinos.

Por Carlos Villota Santacruz, especial para NOVA

Cuando el árbitro del partido Argentina - Croacia pitó el final de encuentro, abrió la puerta a una celebración que durará por espacio de cinco días en el país suramericano.

Lo que se desató desde Rosario pasando por Buenos Aires, La Plata y Córdoba fue una especie de "fiesta nacional", tras el triunfo de la selección de fútbol comandada por Leonel Messi por 3 goles a 0 sobre Croacia.

Un momento especial para un país y una generación de jugadores de fútbol que tienen como su ídolo al ex jugador del Barcelona de España y al fallecido Diego Maradona. "Un sueño hecho realidad, a pocos días de terminarse el año 2022".

Este 13 de diciembre, pasará a la historia del país, porque una vez más el fútbol se convirtió en una religión. Donde sus habitantes dieron una pausa en sus estudios o trabajo para mirar por la pantalla del televisor o los celulares el partido contra el equipo europeo, hasta ese momento subcampeón del mundo.

Y, es que el fútbol es para los argentinos su principal entrenamiento por encima del baile o el turismo. Fue en el año 1929, cuando este deporte se hizo oficial en la extensa pampa y la ciudad porteña de Buenos Aires, a las orillas del río de La Plata.

"Viva Argentina Carajo. Viva Messi. Grande Julián Álvarez“, se escuchó en ciudades como Tigre, Pilar o San Luis, bajo el sonar de flautas y las bocinas de los autos. Todo se vistió de blanco y celeste. La fiesta se prendió, hasta el domingo 18 de diciembre, cuando se jugará la final contra Francia.

El triunfo sobre Croacia ha hecho a los argentinos vivir una alegría sin límites, en medio de asados, vinos y choripán. "Gracias equipo. Gracias compañeros”, fueron las palabras de Lionel Messi al llegar al vestuario. Las lágrimas no se hicieron esperar de quienes observaron la escena.

El cruce más llamativo del Mundial de Qatar, se resolvió con una anotación de Messi -por penal- y dos goles de Julián Álvarez, el chico formado en las divisiones inferiores del equipo de la banda cruzada River Plate.

Fue un 3-0 contundente. La brillante Croacia que jugó ante Brasil, comandada por Luka Modric no encontró la brújula del partido. Con el pitazo final se fue la ilusión de llegar por segunda vez a la final de un mundial de fútbol a los 37 años.

Ser campeones, y que lo demás no importe nada

Por unos días en Argentina no se hablará de la inflación, de la pobreza o del precio del dólar. Tampoco de los riegos del endeudamiento económico. Esa es una asignatura pendiente que es desplazada en la agenda pública por el triunfo de la selección de fútbol ante el equipo europeo.

Los ricos y los pobres se confundieron en un abrazo. En cada gol. También quedó desplazado el tema de la popularidad del presidente Alberto Fernández. Hasta el papa Francisco festejó el triunfo de la selección en el Mundial de Qatar, desde el Vaticano.

Pareciera que Argentina se detuviera en el tiempo por cuenta del fútbol. Que cambiará su destino para siempre. La razón. Esta el país, una vez más en la final de una cita orbital, a pesar de perder el primer partido ante Arabia Saudita.

Así es el fútbol. Un día lloras. Con el paso de las manecillas del reloj, se vuelve a festejar. Ese es uno de esos días. Se piensa diferente. Los problemas se van de la mente y del entorno por "arte de magia".

Si, antes del partido con Croacia se decía que Argentina como país, se dirigía a un "abismo", ahora, con los goles de Messi y Álvarez se afirma que lo mejor está por venir. Convertirse en Campeones Mundiales de Fútbol por tercera vez en su historia.

Éste es el país del escritor Jorge Luis Borges y la cantautora Mercedes Sosa. Un país que se ha caracterizado por las discordias y las turbulencias, pero tiene un amigo inseparable: El fútbol, que tiene la capacidad de curar "su cáncer". Así sea por unas horas o unos días.

Es la pelota la que supera al populismo. Se convierte en una especie de "sabio" que derrota todas las enfermedades. Que levanta hasta los enfermos en sus casas y centros hospitalarios. Llega hasta las cárceles y hace de la noche un descanso eterno.

Argentina habla desde una cancha de fútbol. La generación de jugadores de fútbol de la "Scaloneta". El partido con Croacia será recordado como el día que la selección llegó de nuevo a la final de un mundial. Esta vez, en Qatar.

Un buen pretexto para amar la vida con una pelota de fútbol. A la que llaman amor. Hermosa. O simplemente, la Mano de Dios. Así son los argentinos. Capaces de dejarlo todo por el futbol (hombres, mujeres y niños) o caer en la más infinita tristeza por cuenta de un partido.

Esta vez, el 3-0 ante Croacia, hizo olvidar que mañana hay que trabajar. Sólo se hablará de fútbol. Todos son técnicos. Llevarán orgullosos la camiseta del país, de la mano de un mate. De un buen pedazo de churrasco. Un tango o una milonga. Lo provoca la pelota. Lo provoca el fútbol. El mejor pretexto de los argentinos para evadir la realidad. Para amar la vida por siempre.

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