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Presión y críticas

¿Se terminó la paz? El ELN se impaciente y recrimina al Gobierno de Petro que no avance en las negociaciones

El acuerdo y desarticulación de la guerrilla, uno de los ejes del presidente Gustavo Petro en su campaña, parece haber quedado olvidado.

El comandante máximo de la guerrilla, Antonio García, ha utilizado Twitter para recordar que su organización sigue siendo considerada un grupo armado organizado al nivel de los cárteles de la droga, lo que le equipara con el resto de actores armados en Colombia que negocia con el Gobierno de Gustavo Petro la dejación de las armas. “Si el ELN sigue siendo considerado GAO, quiere decir que seguimos en el mismo punto que lo dejó Duque, o sea no despegamos como debería ser. Parece que “La paz total” estuviese comprometida con otros negocios... es lo que asoma”, escribió García en redes sociales.

Las críticas de García llegan a una semana de que las partes se sienten a negociar de nuevo en la Ciudad de México. Hasta ahora, la guerrilla no había sido tan clara a la hora de exponer que las conversaciones no van a la velocidad deseada. De hecho, de esto se ha lamentado Petro, que tiene prisa por lograr un alto al fuego para bajar el número de homicidios en la Colombia rural. Ahora es el propio García el que considera que el diálogo está en el mismo punto que lo congeló Duque en enero de 2019, cuando la guerrilla cometió un atentado en una escuela de cadetes de Bogotá.

Las partes parecen haber rebosado el diálogo en la mesa para convertirlo en un asunto de discusión pública, pese a que la última vez que se reunieron en Caracas reinó el secretismo y el hermetismo. “El único propósito del proceso de paz es hacer de Colombia un país más democrático, justo e incluyente; que las justas aspiraciones de las mayorías del país sean escuchadas y tenidas en cuenta”, continuó explicando García en sus mensajes. No es fácil de interpretar a qué se refiere el comandante guerrillero cuando dice que parece que la paz total estuviera comprometida con otros negocios. Seguramente se entienda en clave interna, pero da a entender, eso seguro, que el diálogo no ha tomado velocidad de crucero.

Los negociadores de un bando y otro acaban de superar la crisis más profunda del proceso, la que se originó por un tuit de Petro. El presidente dio por hecho un alto el fuego en fin de año que la guerrilla no había acordado en realidad. El Gobierno y la guerrilla tuvieron que celebrar un encuentro extraordinario en Caracas para acercar posturas y llegar a México con un nuevo impulso. La intención de Petro es que, en paralelo, todas las organizaciones armadas del país se sometan a la justicia o negocien beneficios penitenciarios.

Un acuerdo con la guerrilla es la piedra sobre la que debe asentarse todo ese proceso, la llamada paz total. Por el momento, vista las críticas de Petro, que considera que todo debería ir más rápido y que el ELN debe atenerse a negociar con prontitud para no verse enmarcado en la historia como un cartel más, y las del propio ELN, que quiere quitarse esa etiqueta como sea, queda claro que de esta nueva ronda de conversaciones debe surgir algo concreto, tangible, que muestre al mundo que el diálogo está encaminado. En resumen, unas señales de esperanza que en redes sociales las partes no están mostrando.

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