Opinión
Grave impacto medioambiental

Se muere el pulmón verde del planeta: 18 días de incendio en la Amazonia

El 25 por ciento de las especies de la Tierra y más de 420 tribus habitan la Amazonia.

Por la licenciada Luciana Gagliardo (*)

Según versa el Programa de Quemas del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE) de Brasil, se registraron 72.843 focos de incendio (9 mil en la última semana) en lo que va de 2019, en relación a los 39.759 de 2018.

Esto es un 83 por ciento más de incendios. La cifra es la mayor desde 2013, cuando se inició el conteo del índice.

Hace 18 días arde la Amazonia. A Bolsonaro no le interesa. No solo da rienda suelta al avance de la frontera agropecuaria, sino que, aún teniendo los medios, no hace nada para detener las llamas, que consumen el mayor reservorio de biodiversidad del planeta. Lo que es más, se ha enfrentado a Ricardo Galvao, director del IMPE, por la divulgación de datos científicos que exponen la cruda realidad que nadie quiere ver. Para el presidente de Brasil, los datos implican la ausencia de apoyo internacional proveniente de países como Alemania. Nadie duda que el casi total desfinanciamiento (95 por ciento) destinado a acciones para combatir el cambio climático forma parte de una política de Estado comprometida con el negocio agropecuario, entre otros.

El fuego avanza. No duda. Y esta semana ha ingresado en áreas de protección ambiental. Se registraron 68 incendios en territorios indígenas y zonas de conservación.

Se muere una de las siete maravillas naturales del mundo

Según Adriane Muelberg, ecóloga y estudiosa del papel que desempeña la deforestación del Amazonas en el cambio climático, este año, que ha sido bastante húmedo comparado a otros anteriores, la relación entre incendios y deforestación es directa.

Deforestación que tiene un solo origen: la idea de extender las plantaciones de monocultivos como la soja, y limpiar los terrenos para la ganadería intensiva. Pero también la minería, la industria forestal, las hidroeléctricas, carreteras e infraestructura, IIRSA en una palabra, o en una sigla.

¿Somos todos responsables? No. O sea, sí. Pero no. Quiero decir, siempre que son todos, es nadie. Entonces, sos vos. Y el resto. Soy yo, y el resto. Es el otro, y el resto. Así sí somos todos. Porque si no, seguimos en la hipocresía. Y, digámoslo francamente, es un tema serio. Merece toda nuestra atención y respeto. Tal vez la autobservación más profunda que nunca tuvimos. ¡Se muere el pulmón verde del planeta! Estás leyendo bien.

Cada minuto desaparece una superficie de selva similar a un campo de fútbol

Ponemos a tu disposición algunos datos interesantes. En la era de las comunicaciones…que comunican lo que conviene. Y que omiten lo esencial. Que te dicen cómo vivir. Qué comer. La carne que está quemando la Amazonia.

El río Amazonas, el más grande del mundo, proporciona el 20 por ciento del agua dulce no congelada del planeta, y es el sumidero por excelencia del CO2 (dióxido de carbono) mundial (25 por ciento, aproximadamente). Sus árboles también producen el 20 por ciento de la cantidad total del oxígeno atmosférico, además del 50 por ciento del agua de lluvia que se retroalimenta en este complejo sistema.

A pesar de esto, el daño que la acción antrópica (nosotros) ejerce sobre ella, provocó que su capacidad de absorber CO2 se redujera a la mitad en los últimos 30 años.

La mitad de las especies mundiales de plantas está en el bosque amazónico. El 25 por ciento de las especies de la Tierra habitan la Amazonia, según la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA). Y aún existen especies sin clasificar.

Esperá, que hay más. Es el hogar de más de 420 tribus. Y la variedad lingüística de los diferentes grupos autóctonos es enorme: más de 86 lenguas y 650 dialectos.

Hasta la reconocida National Geographic manifiesta que los expertos ya expresan su preocupación por las futuras graves repercusiones climáticas. Es que, no es tan difícil de predecir, si por cada minuto que pasa desaparece una superficie de selva similar a un campo de fútbol.

Si el reservorio más grande de vida del planeta entró en colapso, ¿puede augurar, acaso, buenas nuevas?

No solo padece la Amazonia su debacle. Los bosques de Siberia se llevan otro tanto del terror que ejercemos como especie. Los glaciares se derriten, y la lista sigue.

Me pregunto de qué sirve tanta tecnología, o que la NASA manifieste que los incendios pueden verse desde el espacio, no solo por su magnitud, sino por el desarrollo tecnológico alcanzado, si somos incapaces de frenar al sistema que los produce, bien abajo, aquí, sobre la Tierra que agoniza.

Es menester que dejemos de darle vueltas al asunto. Que mutemos hábitos. No todos. Vos, yo, el otro…acordate. Si somos todos. No es nadie. Compartir una cadena en las redes no nos va a salvar. Menos, pensar que son cosas de mujeres y hombres de la política. Lejanas. Que nada podemos hacer. ¿Indignarnos? Tanto peor.

La Amazonia arde por el avance de la frontera agropecuaria. Se lleva todo puesto. Quieren continuar sembrando monocultivos bajo las prácticas más perversas e instalar aún más ganado a mansalva. Que todo les cierre preciso. Ese ganado es el que pones en el plato, cada vez que decidís que comer carne es cultural. Sí. Es cultural. Pero podés hacer con eso lo mismo que con otras cosas con las que no estuviste de acuerdo, y frenaste el mandato social, encontrando tu manera de vivir. Y dejar vivir a los demás.

La carne incendia la Amazonia. Sin eufemismos. Vos podés parar esto. Sacá la carne del plato.

(*) Presidente de Conciencia Solidaria ONG.

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