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Petro entre escándalos y acusaciones: una gestión marcada por la improvisación y el desprestigio

El presidente Gustavo Petro. (Foto: GROK - IA)

El 18 de febrero de 2025, el presidente Gustavo Petro encabezó la ceremonia de posesión de los nuevos ministros de Trabajo y Transporte, Antonio Sanguino y María Fernanda Rojas.

Sin embargo, lejos de presentar una hoja de ruta clara, el mandatario optó por el ataque y la descalificación, dejando en evidencia una vez más su incapacidad para liderar con responsabilidad.

Uno de los momentos más graves de su discurso fue la acusación directa contra el Ministerio de Transporte, al que señaló de estar cooptado por concesionarias viales y carteles de contratación.

En un acto de irresponsabilidad absoluta, Petro lanzó estas denuncias sin pruebas concretas, sembrando dudas sobre la gestión pública y manchando la imagen de funcionarios que, a diferencia de él, han demostrado profesionalismo.

La exministra de Transporte María Constanza García no tardó en responder, dejando claro que nunca encontró indicios de corrupción durante su gestión. "Jamás vi la corrupción que usted señala y mucho menos fui parte de ella", sentenció, desmintiendo las calumnias del presidente.

A las críticas se sumó el exministro de Salud y Educación Alejandro Gaviria, quien reveló que su percepción sobre Petro ha cambiado radicalmente. "Hoy no me queda ninguna duda: Petro es una muy mala persona", afirmó, dejando entrever el nivel de descomposición dentro del propio oficialismo.

Gaviria, quien ha denunciado repetidamente las fallas del gobierno en seguridad, educación y salud, ahora cuestiona no solo la gestión sino también la integridad del presidente.

El caso del muelle 13 de Buenaventura fue otro de los temas usados por Petro para desviar la atención de su fracaso gubernamental. En lugar de asumir la responsabilidad por la crisis estructural del país, arremetió contra supuestos carteles de contratación, con una narrativa plagada de victimismo y populismo.

Lejos de brindar soluciones concretas, Gustavo Petro sigue apostando por la confrontación y el desprestigio de quienes se atreven a cuestionarlo. Sus constantes ataques, sin sustento y carentes de seriedad, reflejan la decadencia de un gobierno que, lejos de construir, se ha convertido en sinónimo de caos e improvisación.

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