Desde mi experiencia profesional como experta en psicología sistémica, las personas, adultas mayores con demencia o sin demencia, están llamados hacer protagonistas de actividad física cada día en las mañanas y en la tarde.

No es sano un aislamiento. En el caso de los hijos y nietos, es importante para las personas con demencia ver y escuchar a sus familiares. Es un proceso de cuidado integral que bajará la ansiedad y dificultades para dormir.

El objetivo es que el día -las personas adultas mayores- necesitan actividades en soledad y también en pareja (caso de los cuidadores o enfermeras).

Es clave no descuidar otras enfermedades aparte de la demencia de este grupo poblacional. La meta es elevar su calidad de vida desde una óptica de respeto, diálogo, abrazos e incluso aplausos en cada logro de las rutinas.

Las estadísticas demuestran que de 100 personas, 28 presentan una demencia leve, al tiempo que 47 son propensas a una demencia fuerte y progresiva. Un hecho irreversible que se cumple en diversas etapas.

La invitación a las familias -en el hoy y el mañana -a acompañar a padres y abuelos a enfrentar la edad de 55 años en adelante. De esta manera se disminuirá el impacto a nuevos estadios de emergencia sanitaria o pandemias.