Opinión
Historias de vida

Cúcuta: la segunda "casa" de los venezolanos

El Puente Internacional “Simón Bolívar” el próximo 22 de febrero le dará vida a la esperanza venezolana.

Por Carlos Villota Santacruz, especial para NOVA

Cuando apenas comienza el amanecer, en el Puente Internacional Simón Bolívar, que sirve de frontera entre dos países hermanos, en la ciudad de Cúcuta, se comienzan a escuchar la voz, los pasos y las lágrimas de niños, hombres y mujeres venezolanos que buscan un plato de comida o por lo menos sentirse libres, en medio del cansancio y el desespero que los acompaña.

Esta es una radiografía, que se ha registrado en los 2 últimos dos años, que a través del tiempo se convirtió en un problema de seguridad, de salud y de Estado para Colombia, que a través del liderazgo del presidente Iván Duque, logró llamar la atención de la comunidad internacional para crear un bloqueo diplomático al régimen de Nicolás Maduro.

Gobierno que niega que en su país exista una crisis humanitaria y la violación de los derechos humanos y la libertad de prensa, lo que derivó en el cierre de más de 70 medios de comunicación, en un hecho sin precedentes en el tiemplo de la globalización y la masificación del internet.

La ciudad de Cúcuta, que este viernes 22 de febrero tiene la declaración de Día Cívico y Alerta Amarilla Hospitalaria, será la sede del Concierto Internacional que contará entre otros artistas –de varias nacionalidades- como Chyno, Miranda, Alejandro Sanz, Silvestre Dangond, Paulina Rubii, Luis Fonsi, Carlos Bauté, Miguel Bosé, Camilo Echeveri, “Cholo” Valderrama junto a Reinaldo Armas, Gussi, Nacho, Ricardo Montaner, Lele Pons, Fonseca, Juanes, Anitta, Maú y Ricky, Danny Ocean, Marko, Rudy Mancuso y Daniel Habif, que darán vida al “Venezuela Aid Live”.

Los migrantes relatan a NOVA que en su país la moneda llamada “Bolívar” cayó y la inflación superó todo pronóstico económico, haciendo imposible comprar una bolsa de leche, un pedazo de carne e incluso un kit de aseo y medicamentos. El drama de cada hogar venezolano, en particular de las nuevas generaciones que comen una vez al día o no prueban bocado llego a tal punto, que los bebés han dejado el pañal, porque no solo cuesta siete veces el salario de un profesional o un comerciante.

En ese escenario, la carne no solo se convirtió en un artículo de lujo. “Paso de ser comida, para elevarse como una moneda de cambio”, dice Ana Rodríguez una ex militante del Partido de la revolución Bolivariana, que vio caer por la delincuencia a siete de sus familiares, la muerte de dos hermanas y su señora madre por la ausencia de atención médica oportuna.

El Puente Internacional “Simón Bolívar” que este viernes estará en la mira del mundo, es un lugar donde se escucha todo tipo de historias por parte de los venezolanos, que de acuerdo con las estadísticas de migración Colombia alcanza las 45.000 personas que cruzan a diario la frontera hacia Colombia. Aproximadamente 10.000 se quedan en el país, en búsqueda de una nueva oportunidad para su vida.

Lo paradójico, es que este grupo poblacional que ve a Cúcuta como su “segunda casa”, no saben, que es una de las ciudades con más desempleo en Colombia: lo que viene es irremediable. Los obliga a seguir a pie a los departamentos de Santander, Boyacá e incluso Bogotá. Los que se quedan en la capital de Norte de Santander. No tienen dinero. Duermen en la calle. Y comen cuando alguien generoso les regala. Un hecho que se repite una y otra vez las 24 horas del día”.

Para el sector empresarial de Cúcuta, esta situación tiene que parar, porque, si bien, se puede tender una mano a los “hermanos venezolanos” como los llaman, al igual que en el pasado, ese país hizo que en Colombia la alta migración sea un “tsunamí” que tiene consecuencia en la salud pública, el desempleo, la pobreza y la prostitución.

Confían en que en que el proceso de transición que vive Venezuela permita el retorno de la democracia –bajo elecciones libres- con el acompañamiento de la comunidad internacional. “Es hora de detener este río de gente caminando sin rumbo por las calles. No los podemos ayudar a todos. Se nos ale de las manos. Nos provoca dolor en el alma” afirma Conrrado Montes un ciudadano de caribe colombiano, quién tiene un restaurante en la tierra “motilona” como se le dice a Norte de Santander.

A sus palabras se une la venezolana Teresa Ronderos, quién lleva 3 meses en Cúcuta. Admite que ya está en el negocio de la prostitución. “Es lo que me da para comer”, añade con lágrimas en los ojos. “Quizá el concierto Internacional de este viernes 22 de febrero, sea el camino para que llegue la luz de la democracia. Los venezolanos no somos malos, Lo que es malo es el sistema político corrupto y narcotráfico, que nos llevó a la calle y a morir de hambre. Fuera Maduro de “Miraflores”, sostiene elevando los ojos al cielo como orando a Dios por la bendición a su país. Y remata: Fuimos a elecciones engañados. Votamos por el cambio. Y el cambio fue la muerte en vida. Me arrepiento por ese voto. Fue comprar nuestra tumba”.

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