“El día del velorio en el Congreso me dijeron que la senadora Cabal me estaba buscando. No la había visto en la clínica, pero decidí saludarla allí”, relató Tarazona. Añadió que advirtió que Cabal llevaba un micrófono encendido: “Cuando se acercó a mí, tenía un micrófono en la camisa. Entonces, yo le dije: ‘María Fernanda, ¿te puedes quitar el micrófono, por favor?’. Me dijo: ‘No, es que yo no tengo ningún micrófono’. Le dije: ‘Ese que tienes ahí’. ‘¡Ay, no me he dado cuenta!’. Se lo quitó y se lo entregó a una niña que trabaja con ella”.

La senadora respondió la noche del domingo 14 de septiembre en su cuenta oficial de X, donde negó haber proferido amenazas y explicó su versión.

Cabal admitió que llevaba un micrófono adherido a la camisa porque había realizado una grabación previamente y que acostumbra a atender a los medios en comisión y plenaria. Afirmó que su presencia en el Capitolio fue “en medio del dolor por la partida de Miguel Uribe” y que asistió “por consideración y respeto”.

Frente a la versión de Tarazona, Cabal dijo sentirse sorprendida por las acusaciones y aseguró que la viuda había sido “muy amable” con ella. Reiteró, además: “Con total transparencia, ningún comentario que haya sido transmitido por la señora María Claudia provino de mí”.

La senadora también recordó la relación política que mantuvo con Uribe Turbay: “Miguel y yo competíamos; teníamos una emulación; compartíamos principios fundamentales. También había discrepancias. Y, con profundo dolor por el atentado, fui solamente a saludar a su señora y a su familia”. Concluyó defendiendo su trayectoria: “Colombia me conoce y sabe que mi compromiso está en trabajar con honestidad por el país”.

Con ese pronunciamiento, María Fernanda Cabal negó oficialmente la existencia de amenazas hacia María Claudia Tarazona y defendió su actuación durante las exequias del senador asesinado.

Durante la misma entrevista con Noticias RCN, Tarazona también habló sobre la posible asistencia de representantes del gobierno nacional al funeral de su esposo.

Relató que, al enterarse de que la vicepresidenta o alguien del gabinete podría ir a la catedral, buscó a una persona con influencia para impedirlo y advirtió: “si el señor presidente o la señora vicepresidenta o alguien de su gabinete llega a la catedral, voy a tener que coger el micrófono y pedirles que se salgan”.