Opinión
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En un país forjado por inmigrantes no aceptan extranjeros

"Para todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino".

Por Julián De Martino, de la redacción de NOVA

A raíz de las desacertadas declaraciones del Senador Nacional y presidente del bloque del Frente Para la Victoria, Miguel Ángel Pichetto, volvió a estar en boca de todos el tema tan conflictivo de los extranjeros en la Argentina y el acceso que tienen tanto en educación como en salud pública. Es cierto que muchos inmigrantes elijen a nuestro país para estudiar o para atenderse en algún hospital, y esto se debe al excelente privilegio que gozamos de poder acceder a estos beneficios de calidad y de manera gratuita.

Esta controversia comenzó hace unas semanas cuando el discutible periodista Jorge Lanata presentó un informe en su programa “Periodismo para todos”, en el que, según su investigación, un estudiante extranjero le costaba al país 2 mil dólares por año para subsidiar a los 13 mil ciudadanos de otros países que se forman en nuestras universidades.

Pichetto, en una extraña y errada manifestación que roza la discriminación, sostuvo que “Hay una migración muy compleja y no hay ningún tipo de reciprocidad… ¿Cuánta miseria puede aguantar la Argentina recibiendo inmigrantes pobres?” Según sus palabras, esta inmigración es en detrimento de los nativos de este suelo. Entre otras cosas, sostuvo que somos el ajuste social de Bolivia y Perú, haciendo referencia a que ambos países solucionaron sus problemáticas en seguridad transfiriendo a sus delincuentes a vivir en las villas porteñas.

A partir allí comenzó a debatirse sobre el acceso de los extranjeros a las políticas públicas de nuestro país, sobre todo en educación y salud, argumentando que vienen a estudiar y atenderse en hospitales porque es gratis, pero cuando un argentino va a sus países tiene que pagar para realizar ambas tareas. Lo que se pasa por alto es que esas mismas personas también deben abonar para educarse o atenderse en un nosocomio en sus lugares de origen.

Uno de los paladines de esta tesis discriminatoria fue el periodista Antonio Laje que se pasó todo su programa en la mañana de A24, despotricando contra los extranjeros, al igual que lo hizo un día antes el senador Pichetto. Y ese pensamiento se fue replicando y repitiendo.

Para que ese pedido se haga realidad, primero se debería cambiar la Constitución Nacional que ya desde el preámbulo reza: “Asegurar los beneficios de la libertad para nosotros, para nuestra posteridad, y para todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino”. Además, en el artículo 20 indica: “Los extranjeros gozan en el territorio de la Nación de todos los derechos civiles del ciudadano”

No debemos olvidar de dónde venimos, nuestro país se forjó con las grandes masas inmigratorias, la gran mayoría de los argentinos descendemos de inmigrantes. Pero claro, el linaje es de europeos y no de latinoamericanos, y aquí es donde se hace evidente el contraste en el trato a los extranjeros. Parece que los que vienen de España o Italia son de calidad y los que viene de países limítrofes vienen a delinquir o ingresar droga al país.

Debo suponer entonces que, tanto Laje, Lanata, Pichetto como todos aquellos que replican sus mensajes, no tendrán ningún tipo de descendencia extranjera para exponer semejantes barbaridades.

El error está en pretender quitarle beneficios a los inmigrantes que habitan suelo argentino en lugar de pretender sumar esos servicios a los argentinos que visitan los países limítrofes. Mucho se ha hablado de la tan soñada Patria Grande, pero con pensamientos de esta índole se hace cada vez más irrealizable.

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