Opinión
Desde Quito

El ejercicio del periodismo demanda garantías en Ecuador y América Latina

La sensación que queda entre la opinión pública ecuatoriana es que el ejercicio del periodismo, se eleva como una profesión de alto riesgo.

Por Carlos Villota Santacruz, especial para NOVA

Desde el pasado 26 de marzo, la redacción del Diario “El Comercio” en la capital ecuatoriana se silenció la voz, la pluma, la cámara de Javier Ortega, Paul Rivas y Efraín Segura, tres ciudadanos que laboraban en esa casa editorial y cuyo secuestro a manos de un grupo disidente de las Farc en la frontera con Colombia, le dio la vuelta al mundo, al punto que elevó las voces de rechazo de la VIII Cumbre de las Américas desde la ciudad de Lima.

“La Plaza Grande”, el Quito “Viejo”, la Guarangua y la Calle García Moreno abrazaron a miles y miles de ciudadanos ecuatorianos, que a través de pancartas, velas encendidas demandaron de permanentemente el regreso a la libertad de los dos periodistas y el conductor, cuya muerte fue confirmada por el presidente Lenin Moreno en rueda de prensa, con un rostro de tristeza y solidaridad con los familiares del grupo periodístico, que se convirtieron en “héroes” y en un referente de la libertad de prensa.

Lo cierto, es que el amanecer en Quito, a esta altura del año 2018, cuando se inicia la segunda quincena del mes de abril, es diferente. Se siguiente mucho dolor. En las calles, en los paraderos de buses, en las Iglesias y en más de un centenar de medios de comunicación, se habla del secuestro de sus 3 compatriotas y la urgencia de “blindar” la frontera con Colombia, donde los grupos irregulares hacen su agosto de la mano de la delincuencia común.

“Quienes han fallecido por la presencia de la violencia y los violentos en la frontera norte, son el testimonio valiente y presente de que la única salida contra el terrorismo, es ejercer el periodismo con independencia”, afirma Rene Iñiguez –un veterano periodista- que acompañó desde el primer momento del secuestro la vigilia en “La Plaza Grande”, demandado el regreso a la libertad de los 3 ciudadanos ecuatorianos.

Los gobiernos de Colombia y Ecuador confirmaron que el secuestro fue ejecutado por el grupo delincuencial frente Oliver Sinisterra, una disidencia de la columna móvil Daniel Aldana de las Farc, que opera al sur del país, específicamente en Nariño, en donde el jefe del terror es Walter Patricio Artízala Vernaza, alias Guacho.

Desde el momento del secuestro de los tres periodistas ecuatorianos, los presidentes de los dos países mantuvieron un puede de diálogo. Incluso, el presidente ecuatoriano, Lenín Moreno, pidió a Juan Manuel Santos reforzar la seguridad de la frontera porque las disidencias estaban alojándose en el norte de Ecuador.

La retención de los comunicadores se dio en la parroquia Mataje, del cantón San Lorenzo, en la provincia de Esmeraldas, Ecuador. Las autoridades de Colombia tienen “un registro de que los tres ciudadanos pasaron por el retén militar y que recibieron las advertencias correspondientes a riesgo de circular en esta zona del límite político internacional.

La sensación que queda entre la opinión pública ecuatoriana es que el ejercicio del periodismo, se eleva como una profesión de alto riesgo. “Hoy más que nunca demandamos que se cumplan las palabras del Secretario General de la Organización de Estados Americanos OEA Luis Almagro, quién dijo que “mientras esté a cargo, la Organización de los Estados Americanos será siempre la casa de los periodistas. La OEA está y estará siempre al frene del derecho de la libertad de expresión”.

Lo cierto, es caminando por las calles de Quito –donde están murales, avisos y pancartas con los las fotos de Javier Ortega, Paul Rivas y Efraín Segura, se confirma que la vida de un ciudadano es importante. Que la lucha por la democracia, es una lucha cotidiana, que no se puede desatenderse un solo día. Sin una garantía de libertad de expresión, la democracia está en riesgo.

El secuestro y posterior asesinato de los 3 ciudadanos integrantes del Diario “El Comercio” deja en la agenda pública su amor por la profesión. También de los miles de reporteros asesinados en América Latina que va en constante aumento desde 2013.

La mayoría de los casos están relacionados con temas ligados a su profesión, aunque en muchos otros es imposible comprobarlo debido al alto nivel de impunidad que se despliega en los países de este continente. Por ejemplo, el ataque sistemático y deterioro a la libertad de expresión en Venezuela Nicolás Maduro ha terminado brutalmente con el estado de Derecho. Un capítulo de la historia de Ecuador del siglo XXI, que se resume en esta frase del fotógrafo Jorge Sandoval “SI AL PERIODISMO Y NO AL TERRORISMO LIBERTAD”.

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