Cultura
Lo mejor de Nariño

En el 2019, Carnaval de Negros y Blancos cumplirá 10 años como Patrimonio de la Humanidad

Lo que se encontrarán niños, hombres y mujeres de los cinco continentes es que en la capital del departamento de Nariño la calle se convierte en un teatro.

“Los sueños existen, hay que saber dónde encontrarlos”: ciudadanos del mundo que aman la cultura arribarán cada año del 2 al 7 de enero de 2019 a la ciudad de Pasto, para vivir el Carnaval de Negros y Blancos, elevado por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad.

Lo que se encontrarán niños, hombres y mujeres de los cinco continentes es que en la capital del departamento de Nariño la calle se convierte en un teatro. La razón, En el Carnaval hay creatividad, productividad y eficiencia. Esta conjunción de elementos hace de la fiesta popular una puesta en escena que llena el corazón de sus habitantes y de los turistas nacionales y extranjeros.

Esta ciudad –a las faldas del Volcán Galeras- rinde un homenaje a sus raíces ancestrales, a través un desfile en la senda del Carnaval, donde la gente es la principal protagonista. Ellos y ellas, darán vida a las comparsas, las murgas, las carrozas y colectivos coreográficos, cuya característica principal es la capacidad de expresar sentimientos de paz, arte y convivencia a quienes las vivirán y la observarán.

En una palabra, quién arribe en la primera semana del mes de enero a la capital del departamento de Nariño, será testigo de cómo el arte efímero se convierte para los pastusos en el mejor espacio para la integración sin fronteras, al punto que no solo trascenderá en el tiempo, sino que dejará huella en el corazón. Colocará además, una semilla en las presentes y futuras generaciones, a partir de un ciudadano alegre, comprometido con entorno local, gracias a la llamada “pintica” de color blanco.

La tradición andina de Colombia –a menos de 6 horas por carretera de la ciudad de Quito, capital del Ecuador- es toda una fiesta de autenticidad. Pensar hace dos décadas que el Carnaval de Negros y Blancos se convirtiera en un referente mundial en materia cultural, era casi una utopía. Y mucho menos que los ciudadanos del mundo aplaudan hasta rabiar el arte del cultor nariñense, quién se prepara 12 meses para ser anfitrión, dejando a un lado el anonimato.

La fiesta popular –que nació en 1927- se ha levantado de una manera silenciosa pero firme; como un punto de encuentro para los artistas, y cultores. “Hemos encontrado en el Carnaval un escenario de proyección personal y colectivo capaz de mejorar su calidad de vida. El Carnaval es patrimonio de los pastusos, de los nariñenses y de todos los ciudadanos del mundo que aman la cultura”, dicen los artesanos que ultiman detalles de las imponentes carrozas.

Este es un trabajo de todo un año y en tan solo cinco días, el Carnaval se convierte en un “Embajador” para vender la historia, el presente y el futuro del departamento de Nariño. “Sus habitantes de nacimiento y adopción, aprendieron a salvaguardar un tesoro tangible e intangible como el Carnaval, heredado de sus antepasados. En sus calles en el 6 de enero, los pastusos aplauden sus raíces, retransmiten su cultura y reposicionan su historia ante Colombia y el mundo”.

Una reflexión que invita a leer la Constitución Política de 1991 del país suramericano, cuando en uno de sus apartes normatiza: “la cultura es sus diversas manifestaciones es fundamento de la nacionalidad. El patrimonio cultural de la nación está constituido por todos los bienes materiales, las manifestaciones inmateriales, los productos y representaciones de la cultura que son expresión de la nacionalidad colombiana”.

En San Juan de Pasto están a “flor de piel”. Se siente en sus calles, se percibe en el aire, se escucha en retumbar de música de la región, en la sonrisa de hombres, mujeres y niños de todas las condiciones sociales.

En San Juan de Pasto se sentirá más el amor de ser colombianos, de sentir amor por lo que somos y lo que tenemos. ¡Viva Pasto Carajo! Ser protagonista del juego del día de “Blancos”, a recibir el calor humano en las calles, de quienes hacen del Carnaval, la escuela pública de convivencia más grande del país.

El departamento de Nariño, es una región en Colombia, con una gran diversidad lúdica y natural, con cuya “arma” busca salir al paso a la violencia, al desplazamiento, a la degradación del medio ambiente, al narcotráfico, al conflicto armado y su misma condición geográfica, ya que se asienta en las faldas del Volcán Galeras, donde se escucha de fondo la canción de Blancos y Negros, autoría de Edgar Benítez Acevedo en la interpretación del maestro tumaqueño Tomás Ferrín.

Su letra y su música nacieron para acompañar los 10 años del Carnaval de Patrimonio de la Humanidad. Un proyecto de la investigación comunicacional que contó con el concurso de del consultor Carlos Villota Santacruz, que se entregó a la ciudad el 6 de diciembre de 2019, en un conversatorio en la Librería Shirakaba, donde se dieron cita varias generaciones de nariñenses que crecieron con la historia de la fiesta popular.

Entre ellos Leonardo Sansón, ex Gerente de Corpocarnaval, y Mario Cepeda, Director de Página 10. Testigos de los más de centenar de colombianos presentes y virtualmente. Un hecho cultural quedó consignado en la historia de la ciudad de Pasto en el siglo XXI.

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