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La salida por la puerta grande ya no existe

Netanyahu, una estrella política que se apaga

Benjamín Netanyahu, primer ministro de Israel, en el ocaso. (Dibujo: NOVA).

Por Israel Rabinowicz, corresponsal de NOVA en Israel

Estaba considerado -él lo sabía- como uno de los políticos más influyentes del mundo. Carisma, inteligencia y una especial habilidad en saber venderse fueron siempre parte de su éxito, un verdadero top 5 de la política mundial. Hubo otros poderosos en que sus personalidades y las circunstancias ayudaron: Ben Gurión, Golda Meier, Isaac Rabin y Ariel Sharon lo fueron; en Benjamín Netanyahu, la sumatoria de todos.

Válida una de las más célebres expresiones de Samuel Johnson con un pequeño retoque por mí incorporado, solamente para reforzarla: "el amor propio es más arrogante que ciego, no nos oculta nuestros defectos, nos convence de que escapan a los ojos de los demás, nos autoengañan".

El desayuno es para mí la comida que más disfruto, junto a la sesión diaria con mi psicóloga de cabecera, después de hablar de los hijos, las nueras, y en especial de nieto; luego de comentar el contenido de algún especial correo llegado durante la noche. Las diferencias horarias con Latinoamérica hacen que la mayoría se acumulen en esos horarios.

Viene el turno a la política. Mis últimos newsletters fueron reflejo de dichas reflexiones. Mis lectores pueden comprobar cómo se fue desgranando a Netanyahu, cómo con pequeñas muestras, detalles sueltos que para muchos podían ser imperceptibles, fui transcribiendo que el resultado final estaba claro. Éste, para desgracia de Netanyahu, ya no estaba totalmente en sus manos.

Varias veces dije que, a pesar de que él ya no controlaba todos los hilos, que muchos e importantes movimientos estaban en manos ajenas. Si se producía su caída, el apellido Netanyahu siempre estaría dentro de los causantes principales de la misma, se podían cambiar los nombres pero el apellido quedaba inalterable. Podía ser Sara, su esposa, Yair, su hijo, ambos hicieron todo lo posible, y un poco más, para ganarse la repulsa de la opinión pública. O el mismo Benjamín, Bibi, la longevidad en el cargo, el no saber retirarse a tiempo o, lo peor, considerarse el único, un iluminado y enviado divino, le está pasando una muy dura factura.

La llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, principales asesores incluidos, todos habían comprado sus ideas, su visión sobre Oriente Medio a libro cerrado, Irán como objetivo final.

Para Netanyahu un volver a vivir, ahora o nunca. Para ello necesitaba tiempo y demostrar que tenía un fuerte apoyo interno, hacer caer el actual Gobierno y llamar a nuevas elecciones se lo otorgaba, era una alternativa, una posibilidad cada vez más clara, posible y de casi inmediata instrumentación. No tenía opositores a la vista por temer, tampoco dentro de su propio partido. Contra él nadie se atrevía a levantar la cabeza.

Si las diferentes causas policiales y judiciales que lo apuntan y preocupaban -especialmente a su círculo más cercano- a las que él siempre respondía con su conocida expresión que “no hay nada porque nada hubo” no se convertían en un problema jurídico que le impidiera gobernar o para presentarse en unas hipotéticas nuevas elecciones, de repente un comunicado oficial de la Policía le cambió la vida y la historia.

Benjamín Netanyahu ha sido mencionado oficialmente en un informe de la Policía como principal sospechoso en dos investigaciones con acusaciones de "fraude, violación de confianza y sobornos", todo ello avalado con la firma de un acuerdo entre la Fiscalía con su ex jefe de Gabinete y principal confidente para declarar en su contra.

Hace aproximadamente seis meses que los rumores circulaban por los círculos políticos, Ari Harow, era vox populi que no existía nadie más cercano a Netanyahu, le dijo a sus amigos que no le quedaba más remedio que convertirse en testigo del Estado en dos casos relacionados con el primer ministro. Sólo así podía salvarse de la cárcel en una causa que lo tiene a él como imputado. Y el mundo, para Netanyahu, se desplomó, se le vino abajo.

Lo que hace meses yo venía anticipando, éstos últimos trascendidos de acuerdos de testigos firmados con la Fiscalía producen un drástico corte de un antes y un después, pero un análisis -mezcla de psicológico y suma de llamativos detalles- me llevaban a una única salida: el retiro de Netanyahu de la vida política por la puerta grande de la historia. Ahora dicha posibilidad quedó definitivamente cerrada, la carrera post Netanyahu políticamente ya ha comenzado.

Los tiempos hacia el velatorio pueden no ser inmediatos, pero ello es lo formal, lo real es que Netanyahu ahora cuestionado internacionalmente en su estabilidad y permanencia, en su posibilidad de garantizar acuerdos políticos, mientras que en su faz personal está golpeado en lo más sensible de su ego; está terminado. Además, los tiempos políticos y la presión de la opinión pública corren por andariveles muy diferentes a los judiciales, ninguno de ellos ya bajo su dominio.

Fue una semana en la que la palabra Israel fue centro en temas que cubren los campos más diversos pero que hicieron y hacen mucho ruido en el mundo.

Por un lado, en lo deportivo, el novelesco pase de Neymar del Barcelona al PSG fue obra del gestor, intermediario y hombre de negocios israelí Pini Zahavi. En Boca Juniors de Argentina mucho lo conocen, el negocio Carlitos Tévez se gestó en su cabeza, qué interesante personaje merecedor de varias notas para él solo, cuánto de paraísos fiscales y cuentas off shore se podrá conversar con él. Además, pregunto: ¿cuántos Java Lato del fútbol se podrán destapar con sus archivos?

Si en lo deportivo fue una interesante semana, en lo económico no lo fue menos. El desplome de Teva, la empresa farmacéutica estrella israelí quinta por su tamaño en el mundo, en solo dos jornadas perdió la tercera parte de su valor, casi 20 mil millones de dólares esfumados entre los dedos. Sobre el tema mucho para escribir y analizar y, en lo político, un meteorito que se llama Netanyahu camino de estrellarse.

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