Opinión
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En la era Trump, "garrote y zanahoria" para Cuba

Donald Trump, presidente de Estados Unidos. (Dibujo: NOVA)

Por Carlos Villota Santacruz (*)

Cuando el 20 de enero, Donald Trump se juramentó como presidente de los Estados Unidos, la comunidad hispana y los habitantes de Cuba, sabían de entrada; “nada sería lo mismo con el representante del Partido Republicano en la Casa Blanca”. Si analizamos la historia, durante la “guerra fría” se tenía la idea que el bloqueo, el aislamiento y el “garrote”, para colocarlo en otros términos era la forma de solucionar los problemas de esta zona geográfica de América latina, en la búsqueda en un régimen más democrático y una economía más abierta.

Hoy, al cierre del primer semestre del año 2017, la política exterior norteamericana parece comenzar a gestar una nueva línea de acción, que se parece más a una “zanahoria”. ¿El por qué esta afirmación? Simple. Por el incremento de los lasos entre los empresarios norteamericanos y los empresarios cubanos. De buscar un escenario de negocio e intercambio comercial, este punto del planeta se abra económicamente de manera paulatina, teniendo en la mira a Washington, que años atrás se elevaba como especie de una prohibición, que marcó a varias generaciones, cuyos relatos individuales y colectivos hacen parte de la historia de la humanidad el siglo XXI y del presente siglo.

Si se analiza desde el contexto de la geopolítica, los cambios introducidos por la administración Trump apunten a un vuelo “monumental” a esa aproximación. Sin embargo, si coloca en marcha un nuevo componente, que más temprano que tarde, si va a causar problemas a los ciudadanos de la Isla, pero no al Gobierno del su homólogo Raúl Castro.

En otras palabras, lo que se viene a futuro, es una especie de restricción en el contacto entre los ciudadanos estadounidenses y sus pares de Cuba. No en vano, hay que recordar que es muy complejo para la Casa Blanca saber quiénes son los empresarios legítimos y los empresarios ilegítimos. Aunque los intercambios continúan, lo que se abre paso en un freno a los lasos comerciales e inversión. Eso evidente. Sin ánimo de ser “futurólogo”, pero si sustentado en la comunicación política, el Gobierno Castro inicia una etapa de “cerrar sus fronteras al nuevo amigo, para evitar traumatismos internos, mientras llega la transición en el poder”.

Lo que se observará, para el análisis es un discurso del presidente Trump muy agresivo frente al presente de Cuba, sin afectar los intereses de los empresarios norteamericanos, que en esencia la preocupación del inquilino de la Casa Blanca. Una estrategia, que da vida a una política con la Isla de “garrote y zanahoria”, que apenas comienza a escribirse. Que tendrá miles de titulares y notas televisivas. Un hecho que registrarán desde el contexto “people and people”; gente a gente, bajo un nuevo enfoque, que deberá tener una acción inteligente y mesurada.

(*) Internacionalista, Comunicador Social, Periodista y Experto en Marketing Político

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