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Opinión

La visita de Trump a Israel no fue una tormenta, un tornado o un ciclón... ¡sólo aire!

El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, y el presidente estadounidense Donald Trump. (Dibujo: NOVA).

Por Israel Rabinowicz, corresponsal de NOVA en Israel

4.12 pm de Israel, sin aviso previo por parte de los meteorólogos, a todos nos tomó de sorpresa una fuerte corriente de aire como si fuera un tornado.

Para quien estas líneas escribe -que de climatología nada conoce- el origen es simple: es la suma de los alientos de alivio y descomprensión que en simultáneo se lanzaron cuando del aeropuerto Ben Gurión de Tel Aviv el Air Force One levantó vuelo trasladando al presidente Donald Trump hacia su entrevista con el Papa Francisco, su próxima escala en su primera gira internacional.

Fueron un poco más de 28 horas de alocada estadía donde el desorden y las fallas organizativas y de seguridad son el centro de los comentarios, claro indicativo de que los discursos no dejaron material para ello.

En Estados Unidos, es tema el momento cuando el presidente Trump, caminando sobre la alfombra roja, extiende su mano para tomar la de su esposa y ésta lo rechaza. De allí en más, se desatan las especulaciones sobre la relación entre ambos.

En Israel se preguntan cómo hizo un atrevido diputado israelí para incorporarse a la depurada y limitada fila de los que esperaban saludar a Trump a su llegada, para más tuvo oportunidad ante un sorprendido Benjamin Netanyahu de hacerse un selfie con el presidente que fue tapa de los principales periódicos y televisiones del mundo y el hazme reír de todos. Para este diputado, un verdadero gol de media cancha.

Es nota cuando en la fila el ministro de Seguridad Interior es presentado por Netanyahu para su correspondiente saludo y mientras extiende su mano le comenta al presidente Trump que “hace minutos en Tel Aviv se había producido un atentado terrorista con el atropello de un vehículo sobre civiles”. Nada más falso. Lo que inicialmente se pensó como un atentado ya la Policía lo había descartado y todos los medios de comunicación informaban que fue un simple accidente de tránsito. El ministro responsable no lo sabía…

Cuando trascienden y se habla que Sara, la esposa de Netanyahu, le comentó a Melanie, esposa del presidente Trump, que gracias a que ellos llegaban pudieron conseguir presupuesto para arreglar y pintar la residencia oficial donde residen y las confidencias de ésta última que, en un arranque de confianza, le dice que prefería la vida desconocida de antes a la de Primera Dama de ahora.

Los resultados de la visita fueron los previstos. En mi anterior comentario ya los había anticipado. Nada, ni siquiera titulares para destacar, cuando todo los sectores lo definen como un viaje histórico y exitoso, cuando israelíes y palestinos lo alaban con sus propias lecturas y conclusiones es señal de que nada hay. Pero lejos el gran ganador es Netanyahu, quien con su dialéctica fenomenal logró infiltrarse en lo más profundo del presidente Trump, un lazo de confianza y amistad que políticamente sin duda capitalizará.

A esta altura de mi escrito, viene a mi memoria cuando el segundo día en mi servicio militar obligatorio, de ello 56 años atrás, estando en formación el oficial preguntó quién sabía escribir a máquina. Seguramente por ser el más bajo fui seleccionado; me entregaron un escrito que era el discurso de saludo del año anterior al que simplemente debía copiar cambiando solamente el año, todo lo demás lo mismo.

Antes que el presidente Trump, similares discursos, palabras más, palabras menos, con diferentes entonaciones y firmezas, fueron pronunciadas durante sus visitas por los presidentes Nixon, Carter, ambos Bush -padre e hijo- Clinton, Obama. Trump solamente necesitó ir a los archivos, desempolvar y copiar frases pronunciadas por sus antecesores. Todo ya se dijo, nada nuevo bajo el sol de Oriente Medio.

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