La historia viviente
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Minería y economía agrícola-ganadera en Nueva Granada colonial

La jurisdicción del Reino de Nueva Granada fue la exportación de oro. (Imagen Ilustrativa)

Por Mauro Luis Pelozatto Reilly (*), especial para NOVA

La minería del oro fue el principal motor para la economía neogranadina y las especializaciones regionales.

Sin dudas, el motor de la economía para la jurisdicción del Reino de Nueva Granada fue la exportación de oro, que comenzó a explotarse sistemáticamente desde el siglo XVI, por interés de las autoridades coloniales, para crecer considerablemente en el siglo XVIII, superando a fines de la centuria a la exportación brasileña del mismo producto.

Los españoles que llegaron y se asentaron en los territorios de la actual Colombia se encontraron con distintos centros de riqueza aurífera, tanto aluviales como en minas. Históricamente, los rendimientos de la minería del oro fueron altos, representando el 18% del total de la producción mundial en el siglo XVI y el 25% en el XVIII. Para darnos una idea, en 1788, se exportaron 1.650.000 pesos en metales y sólo 250.000 en frutos (distintos productos de la región).

Pese a la notoria dependencia de toda la economía neogranadina en relación a este rubro, la minería no impidió el desarrollo de otras actividades que también fueron muy importantes, como la agricultura y la ganadería, que se desarrollaron en torno a las demandas de los centros de producción de oro. Gracias a éstos, surgieron las principales vías de comunicación terrestres y fluviales para el comercio, en una economía donde el metal precioso en cuestión no funcionó únicamente como medio de cambio o bien de riqueza, sino también como motor de la especialización productiva regional.

Dentro de las explotaciones mineras colombianas, podríamos diferenciar distintos tipos: a) las relacionadas a la minería de aluvión, que generalmente eran campamentos nómades cercanos a los ríos, los cuales utilizaban poca mano de obra y se dividían en zonas de trabajo (yacimientos aluviales de donde se extraía el oro), las viviendas de obreros, la herrería, la bodega de alimentos y el estable para el ganado (que constituían la zona de alojamientos y servicios), y la zona agrícola (donde se practicaba, según las posibilidades, una agricultura de autosubsistencia, mientras que por lo general la carne y los animales necesarios se importaban de otras regiones productoras, ya que por lo general las explotaciones mineras predominaron en las zonas montañosas); b) los campamentos de gran tamaño, donde había grandes instalaciones de trituración para el oro, los cuales en algunos casos se formaban como grandes rancherías originadas de la unión de establecimientos pequeños; c) los centros administrativos y de aprovisionamiento, que cumplían funciones de fundición y de recaudación, y en donde se establecían las Alcaldías Mayores de Minas, jurisdicciones mineras, que respondían a los intereses de la Corona controlando la producción, la acuñación de monedas y la recaudación de impuestos y demás cargas fiscales. También solían estar ligados a las haciendas de beneficio, que practicaban la amalgamación con mercurio y combinaban la minería con actividades agrarias y pecuarias.

Si bien el sector minero generaba una gran parte de los excedentes de la región, también se destacaron otras especializaciones productivas de carácter agrícola y ganadero, donde tuvieron su lugar diversos tipos de mano de obra como los ‘‘indios de encomienda’’ (siglo XVI), los peones, los arrendatarios y aparceros de las haciendas, los indígenas tributarios y los esclavos africanos, entre otros.

Analizando las exportaciones, indudablemente el oro tuvo el papel más protagónico, con diferencia, pero además Nueva Granada traficaba algodón, añil, cacao, azúcar, etc. También se destacaron, en el mercado interno, productos como el tabaco, los aguardientes, la sal, las mieles, los textiles, las alpargatas, el cuero, entre otras cosas.

Las distintas producciones se dieron en torno a diversos sistemas de explotación de la mano de obra disponible (principalmente aborigen, aunque después los esclavos tuvieron un papel preponderante), entre los cuales se destacaron la encomienda (según la cual, pueblos enteros de nativos debían pagarle con excedentes y trabajo al encomendero, a cambio del cuidado ‘‘material y espiritual’’ que este debía garantizarles), los resguardos (corregimientos, donde se regulaban las prestaciones de servicio para garantizar la reproducción de la población, y en donde los corregidores ejercían funciones políticas y judiciales, además de ocuparse del cobro del tributo indígena para el Estado colonial), la mita (establecimiento de turnos de trabajo, en la cual las comunidades indígenas debían mandar cierta cantidad de trabajadores durante varios meses a los lugares en donde se necesitaban, principalmente en las minas), y en distintas unidades productivas como los obrajes (orientados más que nada a la producción textil), las minas, las haciendas (caracterizadas por la diversificación productiva) y las pequeñas y medianas producciones de campesinos independientes.

Asimismo, es necesario señalar que había diferentes regiones productivas, que se especializaron según las ventajas comparativas que poseyeran. Por ejemplo, las haciendas que se configuraron en torno a Cartagena de Indias (ciudad-fortaleza, centro del poder militar español y conocida por la importancia de su puerto comercial), se organizaron con trabajo esclavo y se adaptaron a los mercados locales; las sabanas, donde se dio una economía de plantación bananera; o el Caribe colombiano, azucarero.

La especialización local y regional también caracterizó a otras regiones que desde el siglo XVIII pasaron a formar parte del nuevo Virreinato de Nueva Granada, como Venezuela, donde la zona andina se especializó en la cría de ganado menor, mientras que en la costa se destacó una producción de cacao concentrada en las grandes plantaciones que estaban en manos de los famosos ‘‘señores del cacao’’. Por su parte, los llanos se volcaron a la cría de mulas y vacunos, consumidos tanto en los mercados locales como en lugares cercanos de economías tropicales (Antillas), los cueros con destino principalmente europeo, y la carne para el consumo interno.

Por su parte, en la Audiencia de Quito (Ecuador), que también pasó a formar parte de la Nueva Granada con las reformas políticas, se caracterizó por una nítida diferencia entre la costa y las zonas de altura, desarrollándose la exportación de cacao para exportación concentrada en el área costera, la producción de trigo en las sierras para el consumo interno y los textiles fabricados por indígenas en los obrajes, los cuales fueron famosos a lo largo y a lo ancho de toda la América española.

Bibliografía

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Pelozatto Reilly, Mauro Luis (2016). ‘‘La hacienda en Nueva España colonial’’, en Revista de Historia, 7 de julio de 2016.

Pelozatto Reilly, Mauro Luis (2016). ‘‘La encomienda en Hispanoamérica colonial’’, en Revista de Historia, 26 de agosto de 2016.

(*) Profesor en Historia (Universidad de Morón) y Especialista en Ciencias Sociales con mención en Historia Social (Universidad Nacional de Luján). Actualmente se encuentra finalizando la tesis de Maestría en Ciencias Sociales con mención en Historia Social en la misma institución. Se desempeña como docente en la materia Historia de América I, de la carrera de Profesorado en Historia (Universidad de Morón), y en Seminario de Investigación I y II, de la carrera de Licenciatura en Historia (Universidad Nacional de La Matanza). Escribe regularmente para varios diarios locales de Buenos Aires y otras provincias argentinas (Entre Ríos y Santiago del Estero), y todos los meses para la Revista Raíces (Uruguay). Ha publicado artículos de investigación histórica en varias revistas académicas del país y del exterior, en países como Chile, Costa Rica, España, Guatemala, México y Uruguay. Especializado en varios temas de Historia Colonial, también ha disertado en distintos institutos superiores de formación docente y universidades públicas y privadas.

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